Y es el pueblo quien mira de reojo, incluso airado, a la justicia y sonríe socarronamente mientras ve como se afanan sus señorías en según que, como y con quien. Mientras los asesinos de Marta del Castillo salen poco menos que de rositas y con actitudes ciertamente chulescas. El paseíto del Cuco entrando a los juzgados, melena al viento, es para enmarcar.
Piensen por un momento que son los padres de Marta y ven estas cosas. Cierren los ojos y ahora mediten, de verdad, y para dentro, lo que serian capaces de hacer.
Si, ya sé que estamos en un estado de derecho, pero parece ser que cada vez se valen de el más y más sinvergüenzas, cuando no asesinos.
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