viernes, 16 de marzo de 2012

C O N D U C T O R E S

No hay nada más cruento que una persona a los mandos de un automóvil. Cualquier descuido o mínimo despiste ajeno lo convertimos en todo un linchamiento lleno de improperios hacia la familia más cercana del sujeto en cuestión. Y pocas personas se libran de esta metamorfosis. Recuerdo que un día se me paro el coche en un semáforo y no lo podía arrancar, no he visto en mi vida miradas mas asesinas que la del resto de conductores hacia mí.
Y esto no ha cambiado con el paso del tiempo sino que se ha incrementado, ya hace mucho, mucho tiempo, exactamente el 4.11.1986 escribí un relato, que es totalmente atemporal, el comportamiento sigue siendo el mismo, y seguramente, que lo seguirá siendo por los siglos de los siglos mientras haya un volante de por medio.
MADRUGADA

            7.30 a.m. de un día laboral cualquiera. Las calles acogen a inseguras sombras que se deslizan dificultosamente entre su destino y su voluntad, en un afán de intentar reponerse a la modorra vespertina, las prisas somnolientas a las pegajosas lagañas.
            Los coches se amalgaman, formando un cuasi-ballet, en el que lo único brillante son los focos. Mientras en su interior, anónimos individuos distraen su despertar con el 1er noticiario de la mañana a la vez que les invade el recuerdo, acogido con una sonrisa, de la tersa y perfumada piel de su compañera, que en sucinto negligé, se ha quedado postrada en el lecho sin que haya reaccionado a la apresurada caricia.
            -“Nuestro corresponsal en París nos comunica que la reunión........”
                Las vallas publicitarias, muestrario de un mundo fantástico, y por eso mismo maravilloso, es lo único que concita la atención con su variada gama de modas, refrescos, cigarrillo e incitantes perfumes, todo ello adornado por mujeres que parecen irreales y que provocan una leve e involuntaria erección que no hace sino incrementar el deseo quimérico de abandonarlo todo de una vez y volver a la cama.
            Y quizá sea esto lo que provoca la primera distracción del día, si es que no le ha tomado la delantera las letras vencidas, la reyerta con la suegra o la avería de la calefacción. Y a esta hora los descuidos propios, y más los ajenos, suelen ser imperdonables, y los nervios mal templados saltan y se deshacen en imprecaciones hacia el vehículo que ha obligado a frenar a todos aquellos que le siguen. Los claxons rugen al igual que alimañas feroces y las ráfagas de luces, lanzadas como disparos, distorsionan el ambiente. Y es que a pesar del apagado animo y de la temprana hora, no hay nada que se despierte más fácil y repentinamente que la violencia, aunque se dirija hacia un montón de hierro que oculta a un hombre, posiblemente, igual a nosotros.


1 comentario:

  1. Hay personas que confunden volante y arma mortífera, tienen tal subida de adrenalina que volarían encima de cualquier obstáculo liberando todas sus neuras. Que se maten si quieren pero pensando que se pueden llevarse por delante vidas de otros conductores prudentes.
    Abrazos a compartir.

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