martes, 10 de julio de 2012

LA MARCHA NEGRA


Llegan los mineros a Madrid apoyados por multitud de gente durante todo su recorrido, rodeados de ese aura de romanticismo  por ser gente impetuosa y con reaños capaz de defender lo suyo con uñas y dientes hasta sus últimas consecuencias, empleando la violencia si es necesario.
Ya está bien de que los de siempre dicten como y de qué manera se tiene que trabajar y vivir en este país, donde unos tecnócratas que no saben más que sumar, para ellos, y restar, para los demás, se están chocando de frente con gentes acostumbradas al sufrimiento y al duro trabajo para sacar adelante a sus familias. Y no se van a parar ni a conformar con que un pasante de abogacía que va para alguna subsecretaria de ministerio les diga cómo van a tener que vivir y subsistir a partir de ahora. Porque seguramente que toda esa pléyade de políticos vividores y malos gestores se van a encontrar enfrente con unas miradas duras llenas de razón y unos puños con callos y cicatrices de tanto tajo abierto a cientos de metros bajo tierra y con la razón de querer sobrevivir por encima de todo.
Mucha policía y mucha palabrería van a tener que darles para que muevan un palmo. Y desde aquí les digo que estos hombres no lo van a permitir, ya era hora que alguien lo hiciese y se enfrentase a tanto parásito que al ver a unos hombres de verdad, cargados de razón, encararse sin miedo a ellos, más de uno va a romperse los dientes de tanto castañeteo miedoso.

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